lunes, 17 de febrero de 2014

CUIDA TUS DOS CEREBROS, EL CENTRAL Y EL ENTÉRICO

Tenemos dos cerebros: uno en la cabeza y otro oculto en nuestras entrañas. Los neurólogos han hallado que este último también es capaz de recordar, ponerse nervioso y dominar a su colega más noble.

Hace 4.500 años, los eruditos egipcios situaban en la parte más prosaica de nuestro organismo, con sus intestinos inquietos y pestilentes, la sede de nuestras emociones. En el Papiro Smith, por ejemplo, ya puede leerse que el estómago constituye la desembocadura del corazón, el órgano “donde se localizan el pensamiento y el sentimiento”.

De este modo, cualquier manifestación o alteración en la mente cardiaca se refleja indefectiblemente en el aparato digestivo. En el Papiro Ebers (1550 a. de C.) se describe sin tapujos esta relación anatómica y funcional: “Tratamiento de una gastropatía. Si examinas a un hombre con una obstrucción en el estómago, su corazón está atemorizado, y en cuanto come algo, la ingestión –de alimentos– se hace dificultosa y es muy lenta”.

Durante siglos, los galenos prestaron más atención a nuestro vientre que al cerebro, órgano al que tradicionalmente se le otorgó el cometido menor de ventilar la sangre. En todas las culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia, al menos popular, de que nuestras tripas son capaces de experimentar emociones. 

Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero invade la barriga, como si en su interior revolotearan miles de mariposas. Por el contrario, las situaciones de tensión, miedo o aflicción hacen que el estómago se encoja y sintamos como si un roedor escarbase en nuestras entrañas. La repulsión hacia algo o alguien puede llegar a producir náuseas e incluso provocar el vómito. Este mar de sensaciones estomacales empieza ahora a encontrar una explicación dentro de los límites de la ciencia. 

Fruto de décadas de trabajo, los científicos están en condición de afirmar que, por inaudito que pueda parecer, en el tracto gastrointestinal se aloja un segundo cerebro muy similar al que tenemos en la cabeza. Efectivamente, el tubo digestivo está literalmente tapizado por más de 100 millones de células nerviosas, casi exactamente igual que la cifra existente en toda la médula espinal, estructura que junto al encéfalo –cerebro, cerebelo y tronco encefálico– forma el denominado sistema nervioso central (SNC). Desde el punto de vista estructural, los neurólogos dividían el sistema nervioso en dos componentes: el central y el periférico (SNP). Este último incluye las neuronas sensitivas, que conectan el SNC con los receptores sensitivos; y las neuronas motoras, que ponen en comunicación el sistema central con los músculos y las glándulas.

En esta mujer de cristal que se exhibe en el Museo Alemán de la Higiene, en Dresde, se aprecia el parecido visual entre nuestros dos cerebros, el que habita en la cabeza y el intestinal. En realidad se trata de una metáfora de las similitudes existentes a nivel bioquímico y celular.

Las neuronas de la tripa no sólo controlan la digestión.

A su vez, los elementos nerviosos dedicados a las funciones motoras se categorizan en una división somática, que inerva los músculos esqueléticos, y una división autónoma, que une los llamados músculos lisos, el músculo cardiaco y las glándulas. 

Hasta hace poco, los expertos incluían el cerebro de la panza dentro del SNP. “Pensábamos que el aparato gastrointestinal era un tubo hueco con reflejos simples. A nadie se le ocurrió contar las fibras nerviosas que lo recorren”, confiesa David Wingate, profesor de la Universidad de Londres.

Según explica la Dra. Otilia Quireza, este segundo cerebro se conoce como Sistema nervioso entérico, y es en realidad una unidad anatómica única que abarca desde el esófago hasta el ano.

Al igual que el recluido en las paredes craneales, el cerebro entérico produce sustancias psicoactivas que influyen en el estado anímico, como los neurotransmisores serotonina y dopamina, así como diferentes opiáceos que modulan el dolor. Además, sintetiza benzodiazepinas, compuestos químicos que tienen el mismo efecto tranquilizante que el Valium.

Este cerebro abdominal tendría así 2 misiones fundamentales:

-Supervisar todo el proceso de la digestión, desde los movimientos peristálticos, la secreción de jugos digestivos para digerir los alimentos, la absorción y transporte de nutrientes y la eliminación de los productos de desecho.

-Colabora con el sistema inmune en la defensa del organismo.

Contemplando esta unidad anatómica desde la Medicina Psicosomática, en la primera parte, en el esófago, el paciente puede manifestar deglución dolorosa y podemos pensar ¿qué es lo que no puede tragar en su vida actual¬? Cuando uno no quiere tragar, ni asimilar una situación, ésta la disimula tragando aire lo que terminará acumulando gases que causarán molestias. 

Ya en el estómago, los alimentos deben ser digeridos, pero también aquí se van a digerir los sentimientos. Si el paciente no exterioriza la agresividad, esta se quedará dentro y si la expresa en exceso se sentirá culpable y lo rumiará, pero de ninguna de los formas solucionará su problema. Las personas que padecen de estómago suelen ser personas que rehúyen de las situaciones conflictivas. 

El cerebro es el encargado de digerir las emociones, mientras que el intestino digiere los alimentos. Cuando el paciente presenta problemas en su intestino delgado nos podemos plantear sino estará analizando demasiado las cosas. Para la Medicina Psicosomática, el intestino delgado es un indicador de las angustias vitales de la persona, y pueden manifestarse en forma de diarrea, que representa el miedo de soltar. Por otra parte, cuando el que está afectado es el intestino grueso, el síntoma más frecuente va a ser el estreñimiento, que viene a representar la resistencia de dar o el afán de retener. Y no sólo en el sentido material del dar sino también respecto a las emociones, el miedo a exteriorizarlas. 


Otro dato importante es que el 90% de la serotonina, la hormona del bienestar, la producimos en el intestino.

La doctora Irina Matveik, especialista en Endocrinología y Nutrición Clínica por la Universidad Estatal de Medicina de Bielorrusia, nos muestra una serie de pautas a tener en cuenta para lograr que nuestro segundo cerebro funcione mejor y en consecuencia sea mayor nuestro bienestar:

¿Cómo estimular el “cerebro intestinal” a nuestro favor?

El cerebro intestinal libera sus sustancias químicas como, por ejemplo, la serotonina (la famosa hormona de la felicidad y el bienestar) como respuesta a una alimentación y digestión sanas. Hay que saber que la serotonina no se produce sólo en el cerebro sino que, por el contrario, la mayor parte de ella (el 90%) se libera en el intestino. Si nos alimentamos bien, variado y con un aporte proporcional de todos los nutrientes; si tenemos unos hábitos sanos a la hora de comer (sin prisa, masticar bien y no distraernos) el sistema digestivo nos responde y nos lo agradece con una sensación de bienestar, dándonos un buen suministro de energía, vitalidad y optimismo. 

Por otra parte, las neuronas digestivas también se estimulan con las técnicas de respiración abdominal, estiramientos, masajes suaves de la tripa, y con calor suave y relajante, aplicado a la zona del vientre. 

¿En qué medida es importante una adecuada higiene abdominal, para que pueda hacer bien sus funciones?

Lo más importante es el equilibrio entre la entrada de los alimentos y todas las sustancias que tragamos y la descarga de todos los residuos y los productos secundarios de la propia función celular y bacteriana que tenemos que expulsar. Si estamos sobrealimentados o si consumimos demasiados alimentos, dudosos respecto a su calidad nutritiva, de este modo fácilmente saturamos y trastornamos nuestra tubería interna.
Si por alguna razón patológica o funcional la digestión y/o el tránsito intestinal es lento y no de forma completa, entonces formamos acúmulos de los residuos en nuestro interior y podemos llegar a una sobrecarga tóxica o la autointoxicación; esta última se manifiesta de múltiples formas, tiene diferentes caras y síntomas.
Por supuesto, la limpieza es importante, practicar una depuración interior es una “garantía” para evitar elevar los riesgos del desarrollo de muchas enfermedades y una oportunidad para tu cuerpo para incrementar el rendimiento, la energía y tener un mayor aporte nutricional.

¿Cómo mantener una higiene intestinal de una forma natural, en nuestros hábitos de la vida cotidiana?

Con una correcta higiene digestiva: respetar las señales que nos manda el cuerpo, no suprimir las necesidades naturales de ir al baño ni tener prisa haciéndolo. Crear un ritual e intentar repetirlo todos los días, alrededor de las mismas horas, con calma y tiempo suficiente para poder vaciar bien el vientre y sentirse ligero y limpio por dentro. Insistir, repetir y seguir entrenando tu cuerpo para que responda a tu ritual y crear un firme reflejo condicionado.

Además, hay que beber 2 litros de líquidos al día, ingerir por lo menos 400 g de verdura variada cada día, no olvidarnos de las legumbres (2-3 veces por semana, al menos 200 g en cada toma), consumir productos fermentados (kefir, chucrut), tres tomas de fruta al día, frutos secos variados, por lo menos 30 g al día. Y si no puedes cumplir con estas cantidades diarias recomendadas, quizás te conviene tomar unos suplementos naturales de fibra. 

Conviene de vez en cuando (un día al mes o por semana) acelerar tu propio tránsito intestinal tomando mucho zumo de ciruelas, kiwis o kefir o/y suplementos de magnesio, y con eso te puedes asegurar una limpieza más profunda.

¿Cómo comer?

Saboreando y apreciando el proceso; sin prisa, masticar, analizar los gustos y las texturas de los alimentos, no comer “mientras tanto” (mientras que hacemos esto o lo otro), no distraer nuestra atención con otras actividades simultáneas, como ver la tele o leer la prensa.

¿Cómo moverse? Cómo debería ser una actividad física adecuada?

Con regularidad. Lo más que le gusta a nuestro cuerpo es la previsibilidad y la regularidad. Con una actividad física rítmica y repetitiva, el cuerpo te lo va a agradecer y te proporcionará un magnifico bienestar. No tienen tanto valor ni son saludables las actividades físicas esporádicas y bruscas como sí lo tienen un ejercicio regularizado e incorporado firmemente a tu rutina. Los movimientos y estiramientos, aunque sean muy sencillos y cortos en el tiempo (al principio, hasta que entras en la rutina y el gusto por ellos y les dediques más tiempo), si se realizan todos los días y a horas asignadas, te activarán todos los sistemas vitales y te asegurarán un bienestar a corto y largo plazo.

¿Cómo saber si nuestro sistema digestivo está en buena forma?


Hay que saber escucharlo: los síntomas como la acidez, el ardor, el reflujo, la pesadez, el hinchazón, el dolor, demasiados gases, la irregularidad del tránsito intestinal, nauseas, etc., son sus formas de expresarse, es el lenguaje digestivo, el aviso de que algo anda mal. Entonces hay que hacerle caso y observar con atención y paciencia tu sistema digestivo: por qué y cuándo te aparecen aquellas molestias (con qué tipo de comida o en qué situación) e intentar corregirlo. 

Lo que sucede frecuentemente es que la gente se acostumbra a vivir con hinchazón o diarreas (o todo lo contrario) o piensan que es algo normal o vergonzoso, o que su digestión es así de delicada, sin buscar las respuestas ni intentar corregir la calidad de su función digestiva.

¿Cómo puede afectar un entorno excesivamente ácido en el sistema digestivo?

El cuerpo sano suele equilibrar y controlar el pH (que es el parámetro de la acidez) de sus tejidos y de su medio ambiente. La acidificación excesiva, en el estomago por ejemplo, puede ser causada por bacterias/infecciones, por procesos inflamatorios o por abuso de las comidas “acidificantes” como los hidratos de carbono y los dulces, por ejemplo, o las bebidas gaseosas. La acidificación del contenido del intestino grueso puede ser causada por un desequilibrio de la microflora intestinal, un sobrecrecimiento de las bacterias y/o hongos agresivos y por una mala alimentación. De nuevo, la clave está en la alimentación y en la propia observación.

¿Cómo reequilibrarlo? 

Descartar una posible infección o un proceso inflamatorio, que requieran tratamientos con especialistas. Rituales de depuración, batidos verdes, consumo adecuado de las verduras y las frutas, agua, suplementos minerales alcalinizantes y probióticos.

En resumen, los síntomas intestinales pueden reflejar la personalidad y los conflictos psíquicos. Lo que es bueno para un cerebro, lo es también para el intestino, o mejor dicho, para el cerebro abdominal. Y también a la inversa: si cuidamos nuestros intestinos nuestra salud emocional lo notará y nuestro organismo en general nos lo agradecerá.

Como dice el Dr. Jean Seignalet “la limpieza intestinal sería para el cerebro del bajo vientre algo así como una cura de sueño para el sistema nervioso central”.

Fuentes: Un artículo extraído de la revista"Muy Interesante", más estudios realizados por la Dra. Otilia Quireza y la Dra. Irina Matveikova publicados en diferentes páginas de internet.

http://eljardindejudith.blogspot.com.es/2014/02/nuestro-segundo-cerebro-el-intestino.html

domingo, 5 de mayo de 2013

Cuanto veneno para una dulce canción


Nuestro Veneno Cotidiano

En el curso de los treinta últimos años, la tasa de Incidencia del cáncer aumentó el 40% (deducción hecha del factor de envejecimiento de la población). Durante este período, la progresión de leucemias y tumores cerebrales en niños fue cercana al 2% al año. Comprobamos una evolución similar para las enfermedades neurológicas (Parkinson y Alzheimer) y autoinmunes, o para las disfunciones de la reproducción. ¿Cómo explicar esta epidemia inquietante, que golpea particularmente los países llamados “desarrollados”?
Es a esta pregunta que responde Marie-Monique Robin en este nuevo libro de choque, fruto de una investigación de dos años en América del Norte, en Asia y en Europa. Apoyándose en numerosos estudios científicos, pero también en los testimonios de investigadores y de representantes de las agencias de reglamentación, muestra que la causa principal de la epidemia es de origen medioambiental. Es debida a las decenas de millares de moléculas químicas que invadieron nuestra vida de cada día así como nuestra alimentación desde el fin de la Segunda Guerra mundial.
Para lógrarlo, la autora vuelve a trazar el modo de producción de los alimentos, desde el campo (plaguicidas) hasta nuestro plato (aditivos y plásticos alimentarios). Analiza el sistema de evaluación y de homologación de los productos químicos, a través de los ejemplos de los plaguicidas, del aspártamo o del bisfenol A, y muestra que es totalmente inadecuado. Sobre todo, cuenta las presiones y las manipulaciones de la industria química para mantener sobre el mercado productos altamente tóxicos.
Marie-Monique Robin, periodista y realizadora, ha sido laureada con el premio Albert-Londres (1995). Ha realizado numerosos documentales –coronados por una treintena de premios internacionales- y reportajes filmados en América latina, África, Europa y Asia. Es también la autora de varias obras, entre las que están Ladrones de órganos, Las 100 fotos del siglo (El Roble / Taschen), El Sexto Sentido, La ciencia y lo paranormal (El Roble), 100 fotos del siglo XXI (Martinière), Escuadrones de la muerte, la escuela francesa (2004, 2008), La Escuela de la sospecha (2006) y El Mundo según Monsanto (2008, 2009).
El documental Nuestro Veneno Cotidiano fue presentado oficialmente a la prensa en París el 17 Enero 2011. Luego fue presentado al público en general mediante la cadena franco-alemana Arte el 15 de Marzo del 2011, simultáneamente en Francia, Alemania y Bélgica.



Nuestro Veneno Cotidiano from La Verdad Sin Tapujos on Vimeo.

martes, 12 de marzo de 2013

¿Qué es la acrilamida?

Hace ya diez años que científicos suecos demostraron la presencia de una sustancia llamada acrilamida en determinados alimentos, aunque de sobra eran ya conocidos los efectos nocivos de este compuesto químico y su relación con el tabaco. Así que dada su toxicidad y posible efecto cancerígeno, este hallazgo despertó mucho interés entre la comunidad científica iniciándose una investigación para entender mejor la formación, y posteriormente la posible reducción, de esta sustancia en los alimentos.
Pero ¿qué es la acrilamida? Pues un compuesto que se forma durante el calentamiento a temperaturas superiores a 100 grados centígrados, es decir durante la fritura y el horneado, de alimentos vegetales ricos en su composición en azúcares y pobres en proteínas. Siendo el momento crítico de máxima formación la fase final de la fritura, o sea cuando el agua de la superficie de los alimentos ya ha desaparecido prácticamente.

¿Cómo se forma la acrilamida en los alimentos?
La formación de este compuesto depende directamente de tres factores. Estos serían, primero las características propias del alimento, la temperatura de horneado o fritura y también el tiempo que se produce ese calentamiento.
En relación con las características del alimento, está confirmado que alimentos ricos en hidratos de carbono, así como que cuenten con la presencia de un aminoácido llamado asparragina en su composición, son los más susceptibles al someterlos a las altas temperaturas de que se provoque una reacción química denominada de Maillard, que va a dar lugar a la formación de acrilamida en ellos.

Por otra parte, cuanto más elevada es la temperatura de fritura u horneado en estos productos, más elevados serán los niveles de acrilamida en el alimento. Así a temperaturas de 175 grados ya se detecta su formación, pero es muy evidente cuando superamos temperaturas de 200 grados en nuestros asados o frituras.
Pero no solo los grados aislados influyen en la formación de estos compuestos tóxicos, sino que repetidos calentamientos de estos alimentos incrementan la concentración en ellos, un ejemplo claro sería el recalentamiento en microondas después de una fritura intensa. Aquí los niveles de acrilamida se van a incrementar sensiblemente.

¿Cuales son los alimentos con mayores probabilidades de formar acrilamida en su procesado?
Principalmente la vamos a encontrar en las patatas fritas al estilo tradicional, patatas chips, snacks de patata, galletas, café, frutos secos, tostadas, productos de panadería así como en el cacao. Siendo los que presentan niveles más elevados los tres primeros de la lista.

A nivel industrial a partir del año 2010 se ha establecido un control sobre los niveles de acrilamida en estos alimentos cuando se procesan en la fábrica, para saber ante qué valores nos encontramos y así poder reducirlos, puesto que eliminarla totalmente de momento es imposible. Para ello instan a la industria alimentaria a que trabaje para mejorar sus tecnologías de procesado de los alimentos susceptibles de sufrir estas reacciones, utilizando en la medida de lo posible harinas con poco contenido de asparragina en su composición o controlando con más precisión los tiempos y temperaturas en los procesos de fritura o asado.

Consejos para disminuir la formación de acrilamida en los alimentos en nuestra casa
  • Reducir al máximo los tiempos de cocción.
  • Dorar los alimentos, no dejar que se tuesten demasiado.
  • Los alimentos asados o fritos en trozos grandes y gruesos contienen menos acrilamida.
  • En las galletas y pastas barnizarlas con huevo o yema de huevo evita en cierta medida la formación de acrilamida.
  • Si hacemos patatas fritas en el horno, repartir por la placa homogéneamente y sin apilar. Hornear en tandas de por lo menos medio kilo por cada placa para que no se sequen las patatas.
  • Cambiar nuestras preferencias y consumir café natural en vez de torrefacto.
  • Emplear siempre que podamos el hervido en vez los procesos de cocción a altas temperaturas.
  • Evitar recalentar en el microondas alimentos ya fritos anteriormente.
  • Si usamos freidora controlar siempre la temperatura de su termostato, evitando las posiciones máximas.
Fuente: http://www.directoalpaladar.com/salud/que-es-la-acrilamida

viernes, 8 de marzo de 2013

El pescado Panga

Hay miles de familias que deben llegar a fin de mes como pueden… y hay productos que se “manipulan e inventan ” para atraer clientela fácil.
El *pangasius*, es un *nuevo pescado asiático* que se puede encontrar en varios supermercados (Jumbo, Líder), en forma de filetes y a precio muy barato.


El panga es un pescado de cultura intensiva/industrial en Vietnam, más exactamente en el delta del río Mekong, y está invadiendo el mercado debido a su precio. "Parece un filete hermoso, gordito y su precio es muy económico".

Esto es lo que hay que saber sobre el pangasius: el río Mekong es uno de los ríos con *mayor contaminación del planeta*. Los pangasius están infectados con elevados niveles de venenos y bacterias (arsénico de los residuos industriales, tóxicos y peligrosos subproductos, del creciente sector industrial), metales contaminantes, fenoles policlorados (PCB) o DDT y sus (DDTs), clorato, compuestos relacionados (CHLs), hexaclorociloxano, isomeros (HCHs) y hexaclorobenceno (HCB)

No hay *nada natural* en los panga. Son alimentados con peces muertos, restos de huesos
y con una harina de América del Sur, mandioca y residuos de soja y grano.Obviamente, este tipo de alimentación no saludable no tiene nada que ver con la que tendría en un ambiente natural.
La diferencia está en que, con este tratamiento, crece cuatro veces más rápido que si se alimentara en la naturaleza en condiciones normales.
El sistema alimentario descrito es lo más parecido a la alimentación de las vacas locas (vacas que fueron alimentadas con vacas, ¿se acuerdan?). La alimentación de los pangas está completamente fuera de toda reglamentación judicial.
 

Además los pangasius son inyectados con PEE. Algunos científicos descubrieron que al inyectar a las hembras panga con las hormonas femeninas derivados del deshidratado de orina de mujeres embarazadas, la hembra pangasius produciría sus huevas muy rápidamente y en gran cantidad, lo que no ocurriría en ambiente natural (una pangasius puede así producir 500.000 huevas de una vez).
Básicamente éstos son peces tratados con hormonas inyectables (producidas por una empresa farmacéutica china), para acelerar su proceso de crecimiento y reproducción.

Al comprar pangasius estamos colaborando con empresas gigantes, especuladoras y sin
escrúpulos, que no se preocupan de la salud y el bienestar de los seres humanos.
Este comercio está siendo aceptado por grandes empresas que venden abiertamente al público, sabiendo que están vendiendo productos contaminados.

¡Atención!! El panga está en los supermercados y lo venden bajo el engañoso nombre de "BLANQUILLO".

miércoles, 6 de marzo de 2013

El niño que no come: emociones y márketing






Juzgad por vosotros mismos. Pero que esto salga en la tele, me parece una aberración.
Primero por el componente de chantaje emocional a las madres (porque son las madres principalmente y en segundo término las abuelas las que "sufren" por ello) y segundo por la medicalización de un problema que muchas veces se resuelve por sí mismo aunque causa gran ansiedad en las familias. "El niño que no me come" es un clásico y un gran tema en las consultas pediátricas. Y siempre hay quien tiene una salida comercial.

Los suplementos de este estilo son conocidos por los pediatras porque hay niños que realmente los necesitan. Siempre habían sido preparados de prescripción generalmente hospitalaria a niños con problemas de malnutrición derivados de enfermedades crónicas (síndromes malabsortivos, cardiopatías congénitas, etc). Obviamente anunciándolo en la tele y tocando la fibra emocional de muchas familias con niños "normales", se amplían las indicaciones de su prescripción (de forma libre y sin regulación profesional) y supongo que las ventas se incrementarán considerablemente.

Como curiosidad he entrado en la página (atención a la url que sale en el anuncio "mihijonocome.es") y tampoco he sacado mucho en claro, ni siquiera registrándome en el apartado profesional. Ni composición, ni indicaciones avaladas por la ciencia, ni estudios contrastados en niños sin patologías. Solamente una especie de manual con casos clínicos, en los que la mayoría de niños, tienen alguna enfermedad de base y que en realidad, no son los destinatarios de un anuncio dirigido al público general.
 

miércoles, 13 de febrero de 2013

ALIMENTOS ANTIDEPRESIVOS

Cada vez hay más estudios sobre la relación entre la depresión y la alimentación. Estos son los alimentos antidepresivos cuyo consumo ayuda a combatir la depresión y la ansiedad.

Melaza: la melaza está formada, principalmente, por sacarosa que no ha cristalizado, además de otros azúcares y nutrientes incapaces de cristalizar, incluidos el hierro, la vitamina B, el fósforo y el calcio. Es rica en uridina, una de las unidades del ADN capaz de combatir la depresión fomentando el proceso de fabricación de energía de las células. No obstante, hay que tomar la melaza con moderación debido a que es un azúcar.

El pescado azul: el salmón es rico en ácidos grasos omega-3, un tipo de grasa que tiene muchos beneficios para la salud, y que el cuerpo no puede fabricar por sí solo en cantidades suficientes.  Los ácidos grasos omega-3 son ampliamente conocidos por su capacidad para ayudar a combatir las cardiopatías reduciendo los niveles de triglicéridos y haciendo que la sangre sea menos propensa a los coágulos, además de tener un efecto protector frente a algunas formas de cáncer. Ahora, los ácidos grasos omega-3 se muestran
prometedores para combatir la depresión y el estrés. Otros pescados azules que contienen estos ácidos grasos antidepresivos son las sardinas, el atún y los boquerones.
También se encuentran en productos cárnicos en los que han sido introducidos mediante la aplicación de técnicas innovadoras.

Remolacha azucarera: la remolacha azucarera, que se procesa para obtener azúcar, es rica en una sustancia, llamada uridina, que raramente se encuentra en los alimentos. La uridina puede incrementar los niveles de citidina en el cerebro, que se cree afectan a una sustancia del cerebro que regula el humor: la dopamina. El azúcar que se obtiene de la remolacha también contiene uridina, pero las remolachas azucareras frescas proporcionan un aporte nutricional adicional; además sus hojas superiores son una fuente excelente de beta-carotenos, calcio y hierro.

Soja: antes, los productos de soja solían disfrutarlos solo los vegetarianos y los aficionados a la alimentación sana, pero ahora su consumo está muy extendido.  Como proteína vegetal, muchos productos de soja están llenos de aminoácidos, son bajos en grasas saturadas y no contienen colesterol. Al igual que el salmón y las nueces, los productos de soja con ricos en ácidos grasos omega-3.
Algunos estudios han mostrado que el tofu es más beneficioso para la salud que la leche de soja, pero ambos sirven para ayudar a combatir diversas enfermedades, como el cáncer de próstata, la arterosclerosis, la depresión y, quizá, la osteoporosis.

Nueces: las nueces son más que algo que se mezcla en la nocilla: constituyen una gran fuente de ácido alfa linolénico, uno de los ácidos grasos omega-3. Masticar y luchar contra la depresión al mismo tiempo. Algunos estudios indican también que apenas 2g de ácido alfa linolénico al día –la cantidad que hay en unos 28g de nueces– ayudan a proteger el corazón de la enfermedad.

El arroz integral: contienen las vitaminas B1 y B3, además de ácido fólico. El arroz integral es además un alimento con un índice glucémico bajo lo que quiere decir que la glucosa entra poco a poco en la sangre, impidiendo bajónes de azúcar y los cambios bruscos de humor relacionados con estos.

La levadura de cerveza: Contiene las vitaminas B1, B2 y B3 además de 16 ácidos aminos (que ayudan a fortalecer el sistema nervioso) y 14 minerales.

La avena: Contiene ácido fólico y vitaminas B6 y B1. La avena ayuda al sistema digestivo y es otro alimento que evita estos bajones de azúcar que pueden causar cambios de humor e irritabilidad.

El repollo (o col): Contiene vitamina C y ácido fólico y según la Asociación Norteamericana de Investigación sobre el Cáncer ayuda a prevenir el estrés, la infección, enfermedades
coronarias y diversos tipos de cáncer

El cacao: Muchas personas recurren al chocolate cuando se sienten deprimidos, y es que el cacao, igual que la melaza y las nueces tienen un alto contenido de selenio que ayudar a combatir la depresión, a fortalecer el cerebro y a combatir los signos de envejecimiento. Obviamente no hay que abusar, pero es reconfortante saber que tomar unas onzas de chocolate puro al día resulta beneficioso para la salud; las
nueces de Brasil también contienen selenio.

Fuente: http://www.soyborderline.com